28 de mayo de 2015

Campo Magnético de Mercurio se Creó Hace Casi 4.000 Millones de Años


Hace poco nos referimos al fin de la misión MESSENGER, acrónimo de MErcury Surface, Space ENvironment, GEochemistry and Ranging (Medición de Superficie, Ambiente Espacial y Geoquímica de Mercurio), cuando la NASA dio por terminado su trabajo el pasado 30 de abril, día en que la sonda espacial chocó contra la superficie del planeta Mercurio luego de agotarse su combustible, dando fin a más de 4 años de actividad en la órbita de este planeta.

Pero incluso hasta el momento previo a su impacto con Mercurio, la sonda siguió enviando información muy importante sobre el planeta más cercano a nuestro sol, más exactamente, sobre su campo magnético.
Los últimos datos procedentes  de MESSENGER, revelaron que el campo magnético del planeta Mercurio se formó hace casi 4.000 millones de años, según un estudio publicado en la revista Science. Cuando la sonda Messenger sobrevoló cerca de la superficie de Mercurio, apenas a 15 kilómetros de distancia, el magnetómetro recogió datos de las rocas y revelaron que el campo magnético es muy antiguo, de entre 3.700 y 3.900 millones de años.
De hecho, el planeta se originó cerca del momento en que se formó la Tierra, que data de hace 4.500 millones de años. "Los datos científicos obtenidos por estas recientes observaciones son realmente interesantes y lo que hemos aprendido del campo magnético es solo el principio", explicó Catherine Johnson, científica planetaria de la Universidad British Columbia de Canadá y autora principal del estudio. “Mercurio ha tenido que esperar mucho para poder comenzar a contarnos su historia, pero ahora ya empezamos a saber más sobre ella”.

Desde hace cuatro años, junto a su equipo, Johnson estudia y analiza los datos que la sonda espacial Messenger ha ido enviando sobre Mercurio, descubriendo que, junto a la Tierra, es el único planeta del Sistema Solar Interior que preserva esta propiedad, un dato que ayuda a los científicos a reconstruir parte de la biografía de este cuerpo celeste.

Como lo mencionamos antes, MESSENGER orbitó alrededor de Mercurio durante cuatro años, entre 2011 y 2015, antes de estrellarse el pasado mes contra el planeta. Durante ese período de tiempo, obtuvo y envió datos muy valiosos sobre el planeta. Los investigadores usaron la información captada por la sonda durante el otoño pasado, así como enero y marzo de este año, que era cuando la nave volaba a tan solo 15 km sobre la superficie de Mercurio. En años previos, la altitud más baja a la que había orbitado era de entre 200 y 400 km de altura.

Johnson y su equipo se centraron en el estudio del magnetismo de las rocas en la corteza del planeta. Ya se tenía conocimiento que Mercurio poseía un campo magnético similar al de la Tierra pero mucho más débil. La novedad de este estudio, radica en que se ha podido registrar por primera vez su antigüedad y comprobar que comenzó poco después de que el planeta se formara, hace más de 4.500 millones de años, aproximadamente en la misma época que la Tierra se creó.

“Nuestros resultados nos dicen que hace unos 4000 millones de años, Mercurio contaba con un campo magnético global. Para poder generarlo, era necesario que el hierro líquido a altísimas temperaturas del interior del núcleo del planeta estuviera en movimiento y ese movimiento se debía, en parte, al enfriamiento del planeta”, explica Johnson. “La velocidad a la que se enfría el planeta es muy relevante. Nuestros resultados indican que lo hace suficientemente rápido para poder generar un campo magnético, pero no demasiado rápido, porque, aún en la actualidad, lo conserva”.
  
Asimismo, hay indicios de que Marte en algún momento también pudo tener uno, aunque desapareció hace más de 3.000 millones de años al enfriarse significativamente su interior.

Las conclusiones de este estudio son muy importantes, ya que aportan una nueva pieza de información sobre este planeta rocoso del que se conoce muy poca información. Hasta que la nave de la NASA arribó a Mercurio en 2011, los escasos datos de los que se disponían, procedían de las observaciones realizadas por los vuelos de reconocimiento de Mariner 10, una misión espacial no tripulada de los años 70.

“Mercurio es un planeta rocoso fascinante”, opina Josep Trigo, líder del grupo de Meteoritos y Ciencias Planetarias del Instituto de Ciencias del Espacio. “El cartografiado de su superficie y su caracterización mineralógica en base a espectrómetros de última generación nos ha permitido comprender mejor el tortuoso pasado de este planeta, marcado por numerosos impactos y mucho más energéticos que los ocurridos en otros como la Tierra”.


Imagen de la superficie de Mercurio tomada y enviada por la misión MESSENGER.


Respecto al estudio y análisis de los datos de MESSENGER sobre su campo magnético, el investigador Trigo señala: “Resulta un descubrimiento remarcable porque ejemplifica que la Tierra no fue el único planeta con un campo magnético relevante. Los campos magnéticos son los protectores de la vida evolucionada ante la radiación intensa de su estrella (en este caso, el Sol). Necesitamos campos magnéticos de tipo dinamo, como el de Mercurio, para encontrar vida inteligente en los ya miles de exoplanetas descubiertos”.

La importancia del aprendizaje sobre el planeta Mercurio, radica en que a través de este, los científicos lograrán comprender, a largo plazo, la razón por la que los planetas del Sistema Solar Interior (Mercurio, Venus, Tierra y Marte) son tan diferentes entre sí.  “La ciencia de esas observaciones recientes es muy interesante y lo que hemos aprendido sobre cómo evolucionaron los campos magnéticos de Mercurio en el tiempo es sólo el principio”, dice Johnson, que emplea una metáfora para recalcar la importancia de su descubrimiento: ”Es como si quisiéramos trazar el árbol genealógico de nuestra familia; para ello deberíamos conocer todas las piezas (las personas) que lo integran, para saber cómo se relacionan unas con otras y cómo esas relaciones conducen a nuestra familia actual. Nuestro descubrimiento es una pieza importante del árbol genealógico de Mercurio”.

Los investigadores y autores del estudio, aseguran que el siguiente paso será enfocarse en la distribución geográfica de la corteza magnetizada, para intentar saber de forma más precisa la evolución del antiguo campo magnético. “Trataremos de hallar la respuesta a preguntas como: cuándo exactamente se ‘encendió’ el campo, o, si existen áreas del planeta que no tengan corteza magnetizada”, indica Johnson.

Simulación de la sonda espacial MESSENGER orbitando a Mercurio.

MESSENGER, una misión de 450 millones de dólares, se convirtió en la primera sonda en orbitar alrededor de Mercurio (en 2011), algo especialmente complejo ya que ese planeta se mueve mucho más rápido que la Tierra (una nave espacial debe desplazarse a unos 104.607 kilómetros por hora para alcanzarlo) y además enfrentarse al calor del Sol.

El éxito de la misión MESSENGER es completamente incuestionable, pues gracias a esta, los astrónomos y científicos logran tener una base de datos que les permita ampliar su conocimiento sobre este pequeño pero interesantísimo astro como lo es Mercurio y cuya información detallada estaremos ansiosos de conocer.


Información de www.lavanguardia.com 
Para ver el artículo original, clic aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario