La galaxia EGS-ZS8-1 ha sido descubierta gracias al poderoso
telescopio del Observatorio Keck. Es la galaxia más distante jamás encontrada
hasta ahora, localizada a más de 13.000 millones de años luz de la Tierra. (Imagen de la NASA).
Un equipo internacional de astrónomos de la Universidad de Yale y Universidad de California, Santa Cruz, han logrado "empujar"
un poco más allá la frontera de la exploración espacial al localizar la galaxia EGS-ZS8-1, que establece una nueva distancia récord desde nuestra posición en el espacio y que
pertenece a un tiempo en el que el Universo apenas tenía el 5% de su edad
actual. Es decir, solo 670 millones de años después del Big Bang.
El trabajo acaba de publicarse en Astrophysical Journal Letters.
A más de 13.000 millones de años luz, los
astrónomos localizaron esta galaxia excepcionalmente luminosa y lograron
establecer su distancia de la Tierra utilizando el poderoso instrumento MOSFIRE
del telescopio de diez metros del Observatorio Keck, en Hawai. Se trata, de
hecho, de la galaxia más distante jamás encontrada hasta ahora.
Al principio, EGS-ZS8-1 fue localizada gracias a sus
colores poco comunes en imágenes tomadas previamente por los telescopios
espaciales Hubble y Spitzer. Se trata de uno de los objetos más brillantes
y masivos de cuantos se han localizado en el Universo temprano.
Cuando se habla de objetos lejanos en el espacio, el
tiempo y la distancia son dos conceptos que van unidos de forma inseparable.
Por ejemplo, cuando miramos hacia el Sol, debemos tener en cuenta que la luz
que estamos viendo ha tenido que viajar ocho minutos para llegar hasta
nosotros, por lo que estamos viendo el Sol tal y como era hace ocho minutos, y
no como es en el momento en que realizamos la observación.
Por esto, hablar sobre galaxias distantes es aún más complicado. La luz que llega hasta nuestros telescopios desde una galaxia lejana, ha tenido que viajar durante miles de millones de años antes de
alcanzarnos, por lo que vemos esa galaxia tal y como era cuando su luz partió
en nuestra dirección. Es decir, cuanto más lejos miramos, más antiguos son los
objetos que vemos. Mirar muy lejos es, en cierto modo, mirar al pasado.
La imagen de EGS-ZS8-1 corresponde a como era hace más de
13.000 millones de años. Por eso resulta sorprendente que en un momento tan
temprano, según explica Pascal Oesch, director de la investigación, esta
galaxia tuviera ya "más del 15 % de la masa de nuestra Vía Láctea actual.
Y solo tuvo unos 670 millones de años para hacerlo. El Universo era muy joven
entonces".
Los cálculos de los astrónomos llevan a conclusiones
sorprendentes. Por ejemplo, han determinado que EGS-ZS8-1 está formando
estrellas 80 veces más rápido de lo que lo hace nuestra propia galaxia en la
actualidad.
Hasta el momento, solo se ha conseguido medir con
exactitud la distancia de un puñado de galaxias del Universo temprano.
"Cada nueva confirmación añade una pieza al acertijo de cómo pudieron llegar a
formarse las galaxias de primera generación en el Universo primitivo. Solo los
telescopios más potentes tienen la capacidad suficiente para cubrir estas
enormes distancias" afirma Pieter van Dokkum, coautor de la investigación.
El ya citado instrumento MOSFIRE, permitió a los
astrónomos estudiar varias galaxias al mismo tiempo. Medir galaxias a
distancias extremas y caracterizar sus propiedades es uno de los mayores
desafíos para la Astronomía de la próxima década. Las nuevas observaciones
situaron a EGS-ZS8-1 en una época en la que se estaba
produciendo un importante cambio en el Universo: el hidrógeno que había entre las galaxias
estaba pasando de un estado neutral a otro ionizado. Parece que las estrellas
jóvenes de las primeras galaxias como EGS-ZS8-1 eran las principales
responsables de esta transición, llamada reionización.
En conjunto, las observaciones del Observatorio Keck, el
Hubble y el Spitzer confirman que las galaxias masivas ya existían muy al
principio en la historia del Universo, aunque con propiedades físicas bastante diferentes de las que tienen las galaxias de nuestro entorno. Ahora, los
investigadores tienen pruebas que apuntan a que los colores peculiares de estas
galaxias primitivas se deben a la rápida formación de jóvenes estrellas muy
masivas y a su interacción con el gas primordial que forma estas galaxias.
De esta forma, los astrónomos esperan ahora poder llegar
mucho más lejos con el próximo gran Telescopio Espacial, el James Webb, cuyo
lanzamiento está previsto en 2018 y que será capaz de ver galaxias como
EGS-ZS8-1, permitiendo observarlas con detalles como nunca antes.
Artículo extraído de www.abc.es
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