25 de marzo de 2016

TRANSBORDADOR ESPACIAL CHALLENGER: 30 AÑOS DE UNA INOLVIDABLE TRAGEDIA





El pasado 28 de enero se cumplió el 30º aniversario del recordado y lamentable accidente del Transbordador Espacial Challenger, cuando en 1986, y luego de despegar para ejecutar su décima misión, la nave espacial se precipitó a la superficie terrestre tras la desintegración de uno de los tanques externos. Los nueve integrantes de la tripulación a bordo, que estaba conformada desde ingenieros, hasta docentes y músicos, fallecieron.

Hoy, 30 años después de lo ocurrido, en Galaxia Bogotá queremos hacer un repaso de los detalles más precisos que dejó este infortunado acontecimiento, el cual ha sido catalogado como el accidente más grave en la conquista del espacio.


EL TRANSBORDADOR

Transbordador Espacial Challenger en Tierra.

El transbordador espacial Challenger fue el segundo orbitador del programa del transbordador espacial en entrar en servicio. El nombre de Challenger proviene del HMS Challenger, una corbeta británica que llevó a cabo una expedición de investigación marina global en el año 1870.

 Buque británico HMS Challenger.

El Transbordador Espacial Challenger fue construido a partir de la estructura STA-099, que no estaba diseñada para vuelos. Sin embargo, la NASA consideró que el reciclaje sería menos caro que reequipar el transbordador de pruebas Enterprise para vuelos espaciales, como estaba planeado originalmente.

El Challenger, al igual que los orbitadores construidos después de éste, tenía menos losetas en su sistema de protección térmica que el Columbia. La mayoría de las losetas en las puertas de carga, la superficie superior de las alas y la parte trasera del fuselaje fueron reemplazadas por un aislamiento de nomex blanco de DuPont. Esta modificación permitía al transbordador llevar 1100 kg más de carga útil que el Columbia. El Challenger también fue el primer orbitador en llevar un sistema de pantallas HUD similares a los que se utilizan en aviones militares y civiles modernos. Este sistema eliminaba la necesidad de mirar al panel de instrumentos durante el descenso y permitía a la tripulación concentrarse más en el vuelo.

Misiones

Tras su vuelo inicial el 4 de abril de 1983, el Transbordador Espacial Challenger se convirtió en la principal nave de carga de la flota de transbordadores de la NASA, volando en más misiones por año que el Columbia. En los años 1983 y 1984, el Challenger voló en el 85% de las misiones del programa STS (Space Transportation System, o Sistema de Transporte Espacial). Incluso cuando los orbitadores Discovery y Atlantis se unieron a la flota, el Challenger siguió siendo utilizado para trabajo pesado hasta tras tres veces por año hasta 1985.

Transbordador Espacial Challenger despegando en su primera misión (STS-6, en 1983).

El Challenger fue modificado en el centro espacial Kennedy para poder llevar la etapa superior del cohete Centauro en su bahía de carga.

El transbordador Challenger marcó varios hitos en el vuelo espacial, como la primera mujer estadounidense, el primer afroamericano y el primer paseo autónomo en el espacio, tres misiones Spacelab y el primer despegue y aterrizaje nocturnos de un transbordador espacial. Sin embargo, también fue el Challenger el primer transbordador en ser destruido en un accidente durante una misión.

Tabla de las misiones ejecutadas por el Transbordador Espacial Challenger:



LA MISIÓN

La misión, cuya numeración era STS-51-L, tenía como principal objetivo la puesta en órbita de los satélites TDRS-B y SPARTAN-Halley. Los TDRS (Tracking and Data Relay Satellite) son satélites estadounidenses que tienen como misión establecer comunicación entre los controladores de tierra y otros satélites en órbita. Se diseñaron especialmente para el programa espacial tripulado y los satélites militares. El Challenger debía haber llevado el segundo TDRS a órbita.

Por su parte, el SPARTAN (Shuttle Point Autonomous Research Tool for Astronomy) era una plataforma astronómica que liberaba en órbita los transbordadores y que efectuaría observaciones astronómicas durante algunos días. Posteriormente, el transbordador recuperaría la plataforma y regresaría a la Tierra. En esta misión, la SPARTAN tenía como uno de sus objetivos el estudio del cometa Halley, que en aquel entonces se encontraba cerca del perihelio.

El Challenger tenía previsto aterrizar el 3 de febrero de 1986.


LA TRIPULACIÓN



Para la ejecución de la misión STS-51-L, la tripulación del Transbordador Espacial Challenger estaba conformada por siete personas: cinco hombres y dos mujeres.

Michael Smith: Capitán de la marina e ingeniero aeronáutico.

Francis Scobee: Mecánico e ingeniero aeroespacial. 


Ronald McNair: Físico y Saxofonista.


Ellizon Onizuka: Teniente Coronel e ingeniero aeroespacial.


Christa McAuliffe: Profesora de secundaria. 


Gregory Jarvis: Ingeniero eléctrico y especialista de carga.


Judith Resnik: Ingeniera eléctrica.




LA “PROFE” MCAULIFFE: PRIMERA CIVIL EN LA TRIPULACIÓN DE UN TRANSBORDADOR.



El comienzo de la misión STS-51-L era bastante especial, ya que por primera vez un civil formaría parte de la tripulación. La elegida era la docente Christa McAuliffe, madre de dos hijas y maestra que daba clases de Historia Social en una escuela secundaria en Concord (Nuevo Hampshire). Su selección, entre más de 11.000 aspirantes que se postularon al proyecto “Maestros en el espacio”, creado por el presidente Ronald Reagan en 1984, la convirtió en un ícono social no solo por el lugar que ocuparía en la historia, sino por su simpatía. Con la convocatoria, el Gobierno de Estados Unidos buscaba despertar en los estudiantes el interés en las matemáticas, la ciencia y la exploración espacial.

Los siete astronautas debían pasar seis días y medio en órbita, durante los cuales debían desplegar un satélite y realizar diversos experimentos.
McAuliffe, de 37 años de edad, tenía la misión de impartir dos clases de 15 minutos desde el espacio que iban a ser transmitidas a los alumnos.

"Una de las cosas que espero traer al aula de clase es hacer la conexión con los estudiantes para que sientan que ellos también son parte de la historia, que el programa espacial les pertenece e intentar educarlos con la era espacial", dijo en una declaración poco antes del lanzamiento.

Por desgracia, McAuliffe no pudo traer sus enseñanzas del espacio, pero ya había dejado un legado en tierra.
No se conoce si alguno de sus exalumnos en la secundaria de Concord ha intentado hacer carrera de astronauta, pero sí que varios de ellos optaron por hacerse maestros.

Tammy Hickey, quien enseña educación física en una escuela de Florida es una de ellas. Ella recuerda cómo McAuliffe compartía con los alumnos su entusiasmo y experiencia cuando intentaba convertirse en la primera maestra en el espacio.
"Como maestra, sé que quiero mostrar a mis alumnos que les respeto y que me importan. Puedo decir que estoy segura de que emularla a ella era sería un servicio para estos niños", dijo Hickey en declaraciones a la agencia AP.
"Intento ser muy consciente", comentó Joanne Walton, otra exalumna que ahora es maestra de primaria de una escuela en Fairfax, Virginia.
"Ella sabía que enseñar es mucho más que simplemente ofrecer información y que es realmente importante conocer a los alumnos", comentó Walton, quien aseguró que en ocasiones, durante sus clases, se pregunta "¿qué haría Christa?".




EL ACCIDENTE DEL CHALLENGER: ¿QUÉ OCURRIÓ?


En la mañana del 28 de enero de 1986, Estados Unidos se preparaba para una gran celebración. Tenía que ser especial, porque había sido aplazada cinco veces: de las 3:34 p. m. del 22 pasó al 23, y luego al 24. El 25 se pospuso de nuevo por mal clima, y el 26 no se logró por retrasos. Cuando todo estaba listo para las 9:37 a. m. del 27, un ajuste técnico lo impidió. El 28, detalles de comunicación la frenaron por dos horas, hasta que a las 11:38 a. m. al fin empezó: el transbordador Challenger iniciaba su décimo viaje al espacio.

 Transbordador Espacial Challenger segundos después del despegue.

La emoción en Cabo Cañaveral (lugar del lanzamiento), a lo largo de Estados Unidos y en rincones del mundo había vuelto luego de que el interés en la misiones de la Nasa cayera en un bache por años.
El frío de esa mañana no pudo contener sonrisas y abrazos de los asistentes al lugar del lanzamiento. Entre ellos, los padres de McAuliffe, un grupo de niños estudiantes que con pancartas la despedían, curiosos y familiares y amigos de los demás tripulantes.
Sin embargo, esa mañana no hubo celebración. Pasaron 73 segundos entre el despegue del transbordador y el momento en que este se desintegró en el cielo, ante los espectadores en Cabo Cañaveral y los millones de televidentes que seguían la transmisión en vivo.


La falla, que en fracciones de segundo despedazó sonrisas, abrazos e ilusiones, había sido alertada por ingenieros a sus superiores y al fabricante de los propulsores, Morton Thiokol. El cruce de reportes existe.

Fueron 73 segundos históricos en los que se desencadenaron varios eventos. Así lo evidencia, segundo a segundo, el reporte de 256 páginas de la comisión presidencial sobre el accidente, conocido como el Reporte de la Comisión Rogers, que entre sus miembros tenía a Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la Luna; Richard Feynman, nobel de Física, y Sally Ride, la primera mujer estadounidense en el espacio:

“El vuelo empezó a las 11:38, hora local, y terminó 73 segundos después en una quema explosiva de hidrógeno y oxígeno que destruyó el tanque externo y expuso al orbitador a severas cargas aerodinámicas que causaron un completo rompimiento estructural.

“Los cohetes propulsores siguieron volando y fueron destruidos por el oficial de seguridad de la Fuerza Aérea 110 segundos después del lanzamiento. La temperatura ambiente apenas superaba los 36 °F (2 °C), 15 °F más baja que cualquier otro lanzamiento previo.

 Hielo en la torre de lanzamiento, horas antes del despegue del Challenger.

“El último dato de telemetría que se recibió llegó 73,618 segundos después del lanzamiento.

“A los 0,678 segundos del despegue, fotografías mostraron humo gris por el costado derecho del cohete propulsor. Las cámaras que habrían podido detallar el punto exacto no operaban.

Escape de humo gris en el cohete propulsor.

“Ocho nubes de humo más fueron registradas entre 0,836 y 2,500 segundos.

“El último rastro de humo se vio en la unión del cohete y el tanque, a los 2,733 segundos.

“El color y la composición del humo sugieren que el empaque se estaba quemando y erosionado por los gases propelentes.

“Una muy pequeña llama se detectó a los 58 segundos de vuelo. A los 62 segundos, el sistema de control empezó a reaccionar para contrarrestar las fuerzas causadas por la columna de humo y sus efectos. Durante los próximos nueve segundos, los sistemas de control del transbordador espacial trabajaron para corregir anomalías.

“A los 72 segundos, una serie de eventos, que se produjo muy rápidamente, llevó el vuelo a su fin. Datos de telemetría indican una amplia variedad de acciones del sistema de vuelo que, apoyadas en la evidencia visual, muestran cómo el transbordador luchaba inútilmente contra las fuerzas que lo destruían.

“A los 73,124 segundos, un patrón circunferencial de vapor blanco se observó desde el lado de la cúpula inferior del tanque externo. Este fue el comienzo de la falla estructural del tanque de hidrógeno.

“En cuestión de milisegundos se produce una masiva, casi explosiva, quema del hidrógeno de la parte inferior del tanque averiado y del oxígeno líquido del tanque intermedio”.

Video tomado de infobae.com

Como consta en los archivos, “el consenso de la Comisión y las agencias que participaron en la investigación indica que la pérdida del transbordador espacial Challenger fue causada por una falla en la unión entre dos segmentos del cohete derecho. La falla específica fue la destrucción de los empaques o sellos que están destinados a evitar que los gases calientes se filtren a través de la articulación durante la quema del propelente del cohete. La evidencia reunida por la Comisión indica que ningún otro elemento del sistema del transbordador espacial contribuyó a la falla”.

 
LAS CONSECUENCIAS

Este accidente, el más impactante del Programa del Transbordador Espacial, perjudicó seriamente la reputación de la NASA como agencia espacial y la propuesta de la participación de civiles, promulgada por Ronald Reagan y concretada con la maestra de primaria Christa McAuliffe echó por tierra todas las estructuras administrativas y de seguridad. La NASA suspendió temporalmente sus vuelos espaciales hasta 1988.

Después del 28 de enero de 1986, las misiones espaciales de la Nasa estuvieron paradas por 32 meses. Eso postergó proyectos como el lanzamiento del telescopio Hubble, que se dio en 1990, y la construcción de la Estación Espacial Internacional, cuya construcción se inició en 1998.

Por su parte, el Challenger fue reemplazado por el transbordador espacial Endeavour que voló por primera vez en 1992, seis años después del accidente.

Una investigación posterior concluyó una serie de errores cometidos:

-Corrientes de viento eliminaron la escoria del combustible (aluminio) que sellaba el agujero del tanque derecho y provocaba la perdida de combustible.
-La aplicación de baja calidad de los sellos SBR (estireno-butadieno).
-Las temperaturas inusualmente bajas.
-La sobrecompresión repetida de las juntas tóricas durante el montaje.
-La falta de inspección de Control de Calidad por parte de Morton Thiokol.
-La falta de sistemas de verificación por parte de la NASA.
-Subestimación de los ingenieros de Tyco acerca de la posibilidad de accidente.
-Falta de férrea voluntad de la Junta Revisora de Tyco por detener el despegue.
-Falta de un sistema de emergencia de aborto de despegue cuando ocurren descompresiones o anomalías.
-Falta de un plan de emergencia cuando el transbordador corre peligro al momento del despegue.

Asimismo, los astronautas no disponían de paracaídas o equipo de eyección, tampoco tenían un entrenamiento específico para un caso como ese, circunstancias que originaron fuertes críticas a la NASA.


LOS ASTRONAUTAS

La cabina fue la única sección de la nave que logró sobrevivir a la terrible destrucción de la explosión, pero no pudo soportar el impacto final contra el océano, desintegrándose junto con sus ocupantes. El módulo de la cabina cayó desde una altura de 15 240 metros, produciéndose así el fatal desenlace.

Los 7 tripulantes fallecieron al impactar la cabina de la nave contra el océano, tras una larga caída de casi tres minutos. Las circunstancias finales de su muerte se desconocen, la comisión investigadora del accidente determinó como ¨poco probable¨, el hecho de que alguno de ellos estuviese consciente al momento del impacto, aunque posteriormente salieron a la luz pública evidencias de que al menos cuatro de los miembros de la tripulación pudieron activar sus sistemas auxiliares de suministro de oxígeno, y que intentaron socorrerse mutuamente.


HOMENAJES PÓSTUMOS

La noche del accidente, estaba previsto que el Presidente de Estados Unidos Ronald Reagan diera su Discurso del Estado de la Unión. Inicialmente anunció que el discurso se haría tal y como estaba previsto, pero más tarde lo pospuso una semana e hizo un discurso nacional sobre el accidente del Challenger desde el Despacho Oval de la Casa Blanca.
Tres días después, el presidente Reagan y su esposa Nancy se desplazaron al Centro Espacial Johnson para hablar en la misa conmemorativa en honor de los astronautas.

Presidente Reagan con su familia en la misa ceremonial de las víctimas del Challenger.

A la misa, asistieron 6000 trabajadores de la NASA y 4000 invitados, así como las familias de los tripulantes. Durante la ceremonia, una banda de la Fuerza Aérea entonó God Bless America mientras aviones T-38 Talon de la NASA volaban directamente por encima del lugar, en la formación tradicional de missing man.

Las familias de la tripulación del Challenger organizaron el Challenger Center for Space Science Education como memorial permanente a la tripulación. Esta organización sin ánimo de lucro ha fundado 52 centros de aprendizaje. En Huntsville (Alabama), una ciudad conocida por su estrecha relación con la NASA, la escuela secundaria pública más nueva de su sistema escolar fue llamada Challenger Middle School.

La ciudad de Palmdale, lugar de nacimiento de toda la flota de transbordadores, y la ciudad vecina de Lancaster (California) renombró el antiguo 10th Street East desde el Avenue M hasta la Base de la Fuerza Aérea Edwards, dándole el nombre de Challenger Way en honor del transbordador perdido y su tripulación. Esta fue la carretera sobre la que habían sido remolcados el Challenger, el Enterprise y el Columbia en su primer viaje después de ser completados, desde la Planta 42 de la Fuerza Aérea de los EE.UU. hasta la Base Edwards, porque en el aeropuerto de Palmdale aún no había instalada la grúa que pudiera colocar un orbitador en el avión portador de transbordadores espaciales. Además, la ciudad de Lancaster construyó el Challenger Middle School y la Challenger Memorial Hall, en la antigua ubicación de los Antelope Valley Fairgrounds, todos como homenaje al transbordador Challenger y a su tripulación.

En 2004, el presidente George W. Bush otorgó Medallas de Honor del Espacio del Congreso póstumas a los catorce astronautas muertos en los accidentes del Challenger y el Columbia.

Para la profesora McAuliffe hubo también homenajes propios. En Concord, la ciudad donde vivía y enseñaba, se construyó un planetario que fue bautizado con su nombre.
Posteriormente, el lugar fue renombrado como McAuliffe-Shepard Discovery Center para reconocer también a Alan Shepard, el primer estadounidense en viajar al espacio, quien era oriundo de esa localidad.

McAuliffe-Shepard Discovery Center, en New Hampshire, Estados Unidos.

Asimismo, La misión de McAuliffe de acercar la aventura espacial a las aulas de clase, tampoco quedó en el aire.
En el año 2007, Barbara Morgan, una maestra que había sido escogida y entrenada por la NASA como parte del equipo de McAuliffe y del Challenger, viajó a bordo del transbordador Endeavour y se convirtió en la primera maestra en el espacio.

Bárbara Morgan, primera profesora en ir al espacio.

CONCLUSIÓN



El accidente del Transbordador Espacial Challenger es un claro ejemplo de que cuando de viajes espaciales se trata, las medidas de seguridad jamás son bastantes. Lo que empezó como una deformación en el material de uno de los empaques del cohete auxiliar derecho, provocada por el frío intenso al momento del lanzamiento, causó una fisura en dirección al tanque externo, el cual se desintegró, generando la muerte de las siete personas a bordo.

No obstante, como en todas las áreas de investigación, estudio y demás, siempre habrá un peligro latente originado por los errores humanos, por las condiciones ambientales o, como en este caso, por ambos.

Ahora, Smith, Scobee, McNair, Onizuka, McAuliffe, Jarvis y Resnik forman parte de la lista de astronautas que han dado su vida en pro de la exploración espacial y el avance de la ciencia, al lado de Grissom, White y Chaffee (astronautas fallecidos en el incendio del Apolo 1); Brown, McCool, Anderson, Chawla, Husband, Clark y Ramon (tripulación fallecida en el accidente del transbordador Columbia en 2003); y Vladimir Komarov (primer astronauta fallecido en el espacio durante una misión espacial, a bordo de la Soyuz 1).

Para concluir, citamos una frase del presidente Reagan, dicha en la misa ceremonial a las víctimas del accidente del transbordador Challenger:

“A veces, cuando intentamos llegar a las estrellas, nos quedamos cortos. Pero hay que volver a levantarse y seguir adelante a pesar del dolor”.



Fuentes:

4 de marzo de 2016

Asteroide 2013 TX68: ¿Visitante pasajero o peligro potencial?



 
El asteroide 2013 TX68, de más de 30 metros de diámetro, se acercará bastante a la Tierra a principios de marzo, probablemente entre los días 5 y 9, pero el momento exacto y la distancia de su máxima aproximación no se conocerán hasta después de que lo haya hecho.

Sean Marshall, estudiante de doctorado de la Universidad de Cornell en Ithaca, Nueva York (EE.UU.), trabaja en la observación de asteroides cercanos a la Tierra. Según sus cálculos, la aproximación más cercana de la roca podría estar dentro del “anillo” de la Tierra en el que se encuentran los satélites geoestacionarios, o podría pasar tan lejos como 40 veces la distancia de nuestro mundo a la Luna. Es un intervalo demasiado amplio.

Imagen de la trayectoria del asteroide 2013 TX68. (Marcada en azul).





“En caso de que este asteroide se acercara a la zona de los satélites geoestacionarios, sería un acontecimiento raro, que sólo ocurre una vez por década para los grandes asteroides. Lo que sabemos con certeza es que no chocará contra la Tierra este mes, así que no hay de qué preocuparse”, dice Marshall. “La gran incertidumbre en la órbita de 2013 TX68 hace que sea difícil planificar observaciones de antelación, pero esperamos que sea visto por algunos telescopios automatizados de rastreo. Sin embargo, es posible que TX68 esté tan lejos de la Tierra que sea demasiado débil para ser visto. Si se detecta este mes, reduciría en gran medida la incertidumbre en su órbita y permitiría a los astrónomos calcular su trayectoria futura con mucha más precisión”.

La incertidumbre sobre la fecha exacta de máxima aproximación y la imprecisión sobre su órbita se deben al hecho de que el asteroide 2013 TX68 se ha observado durante poco tiempo. Después de que fuera descubierto en 2013, el objeto pasó al cielo diurno de la Tierra y ya no se pudo observar, según explican desde la revista especializada EarthSky.

El 11 de febrero de 2016, la NASA retiró el asteroide de la lista de rocas espaciales con posibilidades de impacto contra la Tierra en los próximos 100 años. Si el asteroide pasa en su punto más cercano a una distancia de tan solo 30.986 km, lo que parece poco probable, el sobrevuelo se producirá aún más cerca que la órbita de los satélites de comunicaciones.

Hay que recordar que no es la primera vez que este tipo de hechos ocurren. El 23 de marzo de 1989, el asteroide 4581 Asclepius, de unos 300 metros de diámetro, cruzó la órbita del planeta Tierra exactamente por el lugar en donde nuestro planeta se encontraba 6 horas antes. De haber colisionado con la Tierra, el asteroide hubiera provocado una exposión de 600 megatones, es decir, una explosión 30.000 veces más poderosa que la de las bómbas atómicas lanzadas en Hiroshima y Nagazaki (que fueron de 20 kilotones). Habría sido, indudablemente, la mayor explosión registrada en la historia de la Tierra y muy seguramente habría destruido gran parte del planeta y de la vida en él.
 A pesar de lo anterior, el asteroide fue descubierto sólo hasta el 31 de marzo, nueve días después de éste suceso.

Las estimaciones preliminares del tamaño del asteroide 2013 TX68, apuntan a que tiene un diámetro de 30 metros, el doble del tamaño del meteoro que explotó en el cielo de Chelyabinsk, en Rusia, en febrero de 2013. Si una roca espacial de este tamaño fuera a entrar en nuestra atmósfera, se produciría una onda de choque al menos dos veces más intensa que la del meteoro del Chelyabinsk, que rompió cristales, provocó daños en los edificios y causó heridas a más de 1.500 personas.



Para conocer más información sobre este asteroide, visitar www.nasa.gov


Artículo tomado de www.abc.es
Para ver el artículo original, clic aquí.