La Tierra. Un mundo dominado por el agua. Trillones de
litros fluyen libremente a través de la superficie de nuestro planeta azul-verdoso.
Aunque alguna vez pensamos que los océanos hacían que nuestro planeta fuera
único, ahora nos estamos dando cuenta de que los “mundos oceánicos” nos rodean.
Nuestro planeta conserva su atmosfera y su abundancia
gracias, en parte, a un campo magnético muy fuerte que brinda protección contra
el viento solar. Sin este campo nos quedaríamos sin nuestra atmósfera y el “punto
azul pálido” se parecería más a alguno de nuestros vecinos.
Los científicos creen que los primeros océanos de Venus
se evaporaron. Sin agua en la superficie, el dióxido de carbono se acumuló en
la atmósfera, lo que dio como resultado un incontrolable efecto invernadero que
creó las condiciones que existen en la actualidad.
Imagen de la superficie de Venus tomada por la sonda soviética Venera 9 en 1975, donde puede apreciarse el aspecto del planeta ocasionado por su efecto invernadero.
Del mismo modo, parece que Marte, hace mucho tiempo, pudo
haber tenido océanos. No obstante, el campo magnético global del “planeta rojo”
se deterioró, dejándolo vulnerable a la erosión atmosférica causada por el
viento solar.
Representación artística de la imagen del planeta Marte cuando tuvo océanos en su superficie hace aproximadamente 4.500 millones de años.
Más lejos del Sol, donde hay temperaturas que están bajo
cero en los límites exteriores del sistema solar, parecería imposible que existiera
el agua líquida. Sin embargo, no solamente existe, sino que en ciertos lugares
puede ser más abundante que en la Tierra.
Alrededor de Júpiter están orbitando al menos 3 lunas que
contienen océanos: Europa, Ganímedes y Calisto.
Europa está atravesada por grietas y fracturas
semirectangulares que parecen tempanos de hielo sobre su superficie. Debajo de
estos témpanos móviles, los investigadores creen que hay un vasto océano bajo
la corteza de hielo, calentado por las fuerzas de fricción entre las mareas de
Júpiter y Europa. Esta luna contiene
casi el doble de la cantidad de agua que hay en la Tierra.
En 2014 y 2016, el Telescopio Espacial Hubble observó lo
que parecen ser plumas de vapor de agua que erupcionan de grietas ubicadas
cerca del polo sur.
Europa, luna de Júpiter.
Fotografías de Ganímedes captadas por la sonda espacial
Galileo, muestran flujos antiguos de hielo en su superficie. Es más, el
telescopio Hubble las auroras de Ganímedes y descubrió señales que sugieren que
hay un océano de agua salada.
Escondido bajo una gruesa corteza de hielo, el océano de
Ganímedes podría albergar hasta 4 veces más agua que todos los océanos de la
Tierra combinados.
Calisto también parece poseer un océano de agua salada
debajo de su corteza de hielo, y releva su presencia por los efectos que este
satélite tiene en el campo magnético de Júpiter.
Calisto, luna de Júpiter.
En el año 2005, la sonda espacial Cassini, de la NASA,
descubrió que en Encélado, luna de Saturno, emanaban abundantes plumas de vapor
de agua y compuestos orgánicos a través de las fisuras (conocidas en la
actualidad como “Rayas de Tigre”) en su congelada corteza. Desde entonces, y
con frecuencia, Cassini ha volado a través de las plumas y ha descubierto
granos de nanosílice y la presencia de hidrógeno molecular; ambos sugieren el
movimiento de agua calentada en el lecho marino de la helada luna o focos
hidrotermales.
Representación de los géiseres de Encélado emanando agua al espacio.
Otra evidencia que aportó la sonda Cassini ha convencido a
los investigadores de que Encélado posee un océano global debajo de la
superficie que es lanzado hacia el espacio a través de estas “rayas de tigre” o
fracturas.
Fisuras llamadas "Rayas de Tirge", presentes en la superficie de Encélado.
El anillo E de Saturno, el segundo anillo más externo del
planeta, se formó de esta agua y este hielo.
Titán, la luna más grande de Saturno, posee un paisaje
salpicado con lagos y mares. El líquido que hay sobre la superficie de Titán, sin
embargo, no es agua.
Titán, luna de Saturno.
Los investigadores creen que el líquido que esculpe la
superficie de esta luna es una mezcla compuesta principalmente de metano con
pequeñas cantidades de etano y otros hidrocarburos difíciles de congelar.
Representación artística de la posible apariencia de Titán, con metano líquido en su superficie.
Otros cuerpos alrededor del sistema solar también
presentan signos de agua líquida.
En 2014, científicos que utilizaban el Observatorio
Espacial Herschel, de la ESA (Agencia Espacial Europea), detectaron vapor de
agua que emanaba de 2 regiones del planeta menor Ceres.
La sonda espacial Dawn, de la NASA, llegó a Ceres en 2015
y a pesar que el vapor de agua se había reducido, encontró señales de agua.
Imagen de Ceres tomada por la sonda espacial Dawn, en la que puede verse los puntos brillantes que se cree son depósitos de hielo y sal acumulados.
Ahuna Mons es una montaña helada que aparentemente se
formó a partir de repetidas erupciones de agua lodosa y salada. Asimismo, se
piensa que los puntos brillantes del cráter Occator en Ceres son depósitos de
sal que quedaron del escape y la sublimación de agua salada que fluía por
debajo.
Inclusive, el distante Plutón puede ser un mundo
oceánico. Tal como lo reveló el reciente sobrevuelo de la sonda New Horizons,
los rasgos extrañamente moldeados de Plutón sugieren la presencia de líquido
subterráneo.
Zonas de Plutón "moldeadas" por la posible presencia de de agua bajo la superficie.
A medida que los astrónomos observan más allá de nuestro
sistema solar, encuentran exoplanetas que podrían tener océanos y, tomando como
base nuestro sistema solar, estos exoplanetas también podrían tener lunas con
océanos.
La ubicación del agua dentro de los diversos ambientes de
nuestro propio sistema planetario guiará e informará la búsqueda de océanos más
allá del sistema solar.
Así que, la próxima vez que observes el océano de la
Tierra, piensa en nuestros mundos vecinos. Ellos pueden tener más en común con
nuestro mundo oceánico de lo que alguna vez creímos fuese posible.
Artículo extraído de Science at Nasa.
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