Lanzada el 14 de marzo de 2016 desde el Cosmódromo de
Baikonur, en Kazajistán, la misión espacial ExoMars (Exobiology on Mars, o
Exobiología en Marte), creada y ejecutada por la Agencia Espacial Europea (ESA)
y la Agencia Espacial Federal Rusa (Roscosmos), tenía el objetivo de buscar
pistas de vida en Marte en el pasado y el presente, investigar cómo el agua y
el ambiente geoquímico marciano varía con el tiempo y estudiar la composición
de los gases atmosféricos en forma de trazas y sus fuentes de origen, como
también poner a prueba la tecnología para hacer factible una posible futura
misión de retorno de muestras del planeta rojo.
Sin embargo, luego de su inserción orbital con Marte el 19
de octubre, la sonda desprendió el módulo de aterrizaje Schiaparelli, el cual
no logró posarse de forma exitosa sobre la superficie marciana y,
lamentablemente, terminó estrellándose contra el suelo del “planeta rojo”.
¿QUÉ SUCEDIÓ?
La ESA sospecha que el aterrizaje frustrado de la misión
ExoMars 2016 en Marte se debió a un fallo de software que hizo pensar al
ordenador del módulo de aterrizaje Schiaparelli que estaba en el suelo antes de
tiempo.
Jorge Vago, científico del proyecto ExoMars, ha explicado
a la revista Nature que los propulsores que debían desacelerar la nave durante
30 segundos solo dedicaron 3 a esta tarea y después se apagaron porque el
ordenador pensó que estaba ya en el suelo.
Son los resultados de un análisis preliminar que sugiere
que el módulo de aterrizaje inició la maniobra sin problemas, pero que se
truncó a los 4 minutos y 41 segundos de una caída que tenía que durar 6
minutos. Según Vago, el escudo térmico de la sonda y el paracaídas fueron
expulsados antes de tiempo y la desaceleración duró mucho menos de lo
programado.
La nave cayó desde una altura estimada de entre 2 y 4 kilómetros antes de golpearse contra el suelo a más de 300 kilómetros por
hora, de acuerdo con estimaciones basadas en imágenes del lugar probable del
accidente de la sonda, tomadas por el Orbitador de Reconocimiento de Marte de
la NASA el 20 de octubre. A diferencia de la misión Beagle 2 británica,
dirigida y operada por la ESA, que desapareció durante su aterrizaje en Marte
el día de Navidad de 2003, Schiaparelli envió datos a su nave nodriza durante
su descenso.
Andrea Accomazzo, responsable de operaciones de naves
espaciales de la ESA, se ha mostrado reacio a realizar un diagnóstico antes de
examinar todos los elementos. A pesar de ello, considera que la causa más
probable es un fallo en el software de la nave o un problema en la fusión de
los datos procedentes de diferentes sensores, que pueden haber llevado la nave
a creer que estaba a una altura más baja de lo que realmente se encontraba.
Esta primera fase de ExoMars tenía dos objetivos: enviar
una sonda orbital, llamada Orbitador de Gases Traza, que se ha insertado en la
órbita del planeta con éxito, y probar tecnologías de aterrizaje con Schiaparelli
de cara a la segunda fase, cuando se planea enviar un vehículo de exploración
móvil a la superficie de Marte que llegaría en 2021. El presupuesto total de la
misión es de unos 1.300 millones de euros.
“Dar con los errores de Schiaparelli y corregirlos es una
prioridad”, apunta el científico del proyecto. El ordenador, el software y los
sensores son algunos de los componentes del módulo de aterrizaje que se quieren
reutilizar en la misión de 2020, que a diferencia de Schiaparelli, mezclará
tecnología europea y rusa. Un error en el software es más fácil de corregir que
un problema con el sistema de aterrizaje, contemplan en la ESA, que creen que
este elemento ha pasado la prueba con creces. Según Vago, el equipo de ExoMars
intentará recrear el error utilizando un sistema de aterrizaje virtual de cara
a la misión de 2020.
EL IMPACTO
Fotografía completa del lugar del impacto de ExoMars, tomada por el satélite Mars Orbiter, de la NASA. En el centro, la zona de impacto; arriba, el blindaje térmico de la nave; y abajo, el paracaídas.
El impacto del módulo europeo Schiaparelli al estrellarse
en Marte el pasado 19 de octubre creó un cráter de unos 50 centímetros de
profundidad y 2,4 metros de diámetro. Se trata de la estimación que ha hecho la
Agencia Espacial Europea (ESA) a partir de la fotografía en alta resolución que
el 25 de octubre tomó la sonda de la NASA Mars Reconnaissance Orbiter (MRO) de
la región Meridiani Planum.
El 21 de octubre, dos días después del aterrizaje fallido
de la primera fase de la misión ExoMars, la sonda orbitadora estadounidense
captó con su cámara de baja resolución la zona en la que se habría producido el
impacto del módulo Schiaparelli, cuyo objetivo era ensayar la tecnología
necesaria para que en 2020 la ESA envíe un vehículo robótico (rover) que
explore su superficie y tome muestras a dos metros de profundidad para buscar
rastros de vida. Una vez localizada el área del aterrizaje (gracias a la
comparación de fotos tomadas de esa región marciana antes y después del mismo),
la NASA ha procedido a fotografiar de nuevo esa zona con la cámara de alta
resolución que lleva la sonda MRO.
TANQUES CON HIDRACINA
Los investigadores tratan de determinar a qué
corresponden las distintas marcas que se ven las imágenes. La parte más
destacada es un área oscura de 15x40 metros, que es la que que se cree que
sufrió el impacto. Hay un punto central, de 2,4 metros de diámetro que, según
sostienen, es el cráter causado por el módulo al estrellarse. Alrededor hay
otras marcas oscuras y asimétricas que, según explica la ESA en un comunicado,
"son más difíciles de interpretar" y podrían estar relacionadas con
la explosión de los tanques de combustible del módulo (llevaba hidracina para
los retrocohetes) y que posiblemente iban llenos.
En la foto se aprecia el paracaídas de 12 metros que
debía reducir la velocidad del módulo durante el descenso, la parte trasera del
escudo térmico y la parte delantera. Además de estimar el tamaño del cráter
provocado por el impacto y probable explosión del módulo, de casi 600
kilogramos de peso, a partir de esas imágenes los ingenieros han calculado que
la nave se precipitó a una velocidad de unos 300 kilómetros por hora (en la
fase final del descenso debía ir a 3 metros por segundo o menos de 11
kilómetros por hora).
¿QUÉ SIGUE AHORA?
La misión Exomars esta compuesta de dos lanzamientos. El
primero, llevado a cabo hace 7 meses, y el segundo, previsto para el año 2020,
como misión complementaria de la primera, y la cual requeriría de los datos e
información enviadas por Schiaparelli.
Pero ahora, con el infortunado fracaso de Exomars 2016, la
ESA ha informado que analizará el futuro de sus operaciones espaciales en el
Consejo Ministerial que se llevará a cabo los próximos 1 y 2 de diciembre en
Lucerna, Suiza.
Asimismo, Jan Woerner, director general de la ESA,
ofrecerá una rueda de prensa el 7 de noviembre próximo en París para anunciar
los puntos que se estudiarán en el consejo en Suiza, donde también se
desvelarán los nuevos proyectos que involucran a sus 22 países miembros.
A pesar de todo, los fallos y fracasos forman parte de
cualquier disciplina y trabajo. Ya antes, en los años 50 y 60, muchas misiones
espaciales terminaron en lamentables accidentes, los cuales dieron pautas para
seguir adelante y mejorar lo hecho.
“Todos lamentamos el fracaso de la misión europea Exomars”,
dice el astrónomo colombiano Germán Puerta y director científico del Planetario
de Bogotá. “Bueno, la exploración planetaria tiene riesgos, pues estamos
haciendo algo muy nuevo”.
Sin duda, la ESA continuará con la ejecución de misiones
de exploración espacial, y logrará en unos años poner su primera nave en la
superficie de Marte, pues como dijo Winston Churchill: “El éxito es aprender a
ir de fracaso en fracaso”.
Referencias:
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