El pasado 28 de enero se cumplió el 30º aniversario del
recordado y lamentable accidente del Transbordador Espacial Challenger, cuando
en 1986, y luego de despegar para ejecutar su décima misión, la nave espacial
se precipitó a la superficie terrestre tras la desintegración de uno de los tanques
externos. Los nueve integrantes de la tripulación a bordo, que estaba
conformada desde ingenieros, hasta docentes y músicos, fallecieron.
Hoy, 30 años después de lo ocurrido, en Galaxia Bogotá
queremos hacer un repaso de los detalles más precisos que dejó este infortunado
acontecimiento, el cual ha sido catalogado como el accidente más grave en la
conquista del espacio.
EL TRANSBORDADOR
Transbordador Espacial Challenger en Tierra.
El transbordador espacial Challenger fue el segundo
orbitador del programa del transbordador espacial en entrar en servicio. El
nombre de Challenger proviene del HMS Challenger, una corbeta británica que
llevó a cabo una expedición de investigación marina global en el año 1870.
Buque británico HMS Challenger.
El Transbordador Espacial Challenger fue construido a
partir de la estructura STA-099, que no estaba diseñada para vuelos. Sin
embargo, la NASA consideró que el reciclaje sería menos caro que reequipar el
transbordador de pruebas Enterprise para vuelos espaciales, como
estaba planeado originalmente.
El Challenger, al igual que los orbitadores construidos
después de éste, tenía menos losetas en su sistema de protección térmica que el
Columbia. La mayoría de las losetas en las puertas de carga, la superficie
superior de las alas y la parte trasera del fuselaje fueron reemplazadas por un
aislamiento de nomex blanco de DuPont. Esta modificación permitía al
transbordador llevar 1100 kg más de carga útil que el Columbia. El Challenger
también fue el primer orbitador en llevar un sistema de pantallas HUD similares
a los que se utilizan en aviones militares y civiles modernos. Este sistema
eliminaba la necesidad de mirar al panel de instrumentos durante el descenso y
permitía a la tripulación concentrarse más en el vuelo.
Misiones
Tras su vuelo inicial el 4 de abril de 1983, el Transbordador
Espacial Challenger se convirtió en la principal nave de carga de la flota de
transbordadores de la NASA, volando en más misiones por año que el Columbia. En
los años 1983 y 1984, el Challenger voló en el 85% de las misiones del programa
STS (Space Transportation System, o Sistema de Transporte Espacial). Incluso
cuando los orbitadores Discovery y Atlantis se unieron a la flota, el
Challenger siguió siendo utilizado para trabajo pesado hasta tras tres veces
por año hasta 1985.
Transbordador Espacial Challenger despegando en su primera misión (STS-6, en 1983).
El Challenger fue modificado en el centro espacial Kennedy
para poder llevar la etapa superior del cohete Centauro en su bahía de carga.
El transbordador Challenger marcó varios hitos en el
vuelo espacial, como la primera mujer estadounidense, el primer afroamericano y
el primer paseo autónomo en el espacio, tres misiones Spacelab y el primer
despegue y aterrizaje nocturnos de un transbordador espacial. Sin embargo,
también fue el Challenger el primer transbordador en ser destruido en un
accidente durante una misión.
Tabla de las misiones ejecutadas por el Transbordador Espacial Challenger:
LA MISIÓN
La misión, cuya numeración era STS-51-L, tenía como
principal objetivo la puesta en órbita de los satélites TDRS-B y
SPARTAN-Halley. Los TDRS (Tracking and Data Relay Satellite) son satélites estadounidenses
que tienen como misión establecer comunicación entre los controladores de
tierra y otros satélites en órbita. Se diseñaron especialmente para el programa
espacial tripulado y los satélites militares. El Challenger debía haber llevado
el segundo TDRS a órbita.
Por su parte, el SPARTAN (Shuttle Point Autonomous
Research Tool for Astronomy) era una plataforma astronómica que liberaba en
órbita los transbordadores y que efectuaría observaciones astronómicas durante
algunos días. Posteriormente, el transbordador recuperaría la plataforma y regresaría
a la Tierra. En esta misión, la SPARTAN tenía como uno de sus objetivos el
estudio del cometa Halley, que en aquel entonces se encontraba cerca del
perihelio.
El Challenger tenía previsto aterrizar el 3 de febrero de
1986.
LA TRIPULACIÓN
Para la ejecución de la misión STS-51-L, la tripulación
del Transbordador Espacial Challenger estaba conformada por siete personas:
cinco hombres y dos mujeres.
Michael Smith: Capitán de la marina e ingeniero
aeronáutico.
Francis Scobee: Mecánico e ingeniero aeroespacial.
Ronald McNair: Físico y Saxofonista.
Ellizon Onizuka: Teniente Coronel e ingeniero aeroespacial.
Christa McAuliffe: Profesora de secundaria.
Gregory Jarvis: Ingeniero eléctrico y especialista de
carga.
Judith Resnik: Ingeniera eléctrica.
LA “PROFE” MCAULIFFE: PRIMERA CIVIL EN LA TRIPULACIÓN DE
UN TRANSBORDADOR.
El comienzo de la misión STS-51-L era bastante especial,
ya que por primera vez un civil formaría parte de la tripulación. La elegida
era la docente Christa McAuliffe, madre de dos hijas y maestra que daba clases
de Historia Social en una escuela secundaria en Concord (Nuevo Hampshire). Su
selección, entre más de 11.000 aspirantes que se postularon al proyecto “Maestros
en el espacio”, creado por el presidente Ronald Reagan en 1984, la convirtió en
un ícono social no solo por el lugar que ocuparía en la historia, sino por su
simpatía. Con la convocatoria, el Gobierno de Estados Unidos buscaba despertar
en los estudiantes el interés en las matemáticas, la ciencia y la exploración
espacial.
Los siete astronautas debían pasar seis días y medio en
órbita, durante los cuales debían desplegar un satélite y realizar diversos
experimentos.
McAuliffe, de 37 años de edad, tenía la misión de
impartir dos clases de 15 minutos desde el espacio que iban a ser transmitidas
a los alumnos.
"Una de las cosas que espero traer al aula de clase
es hacer la conexión con los estudiantes para que sientan que ellos también son
parte de la historia, que el programa espacial les pertenece e intentar
educarlos con la era espacial", dijo en una declaración poco antes del
lanzamiento.
Por desgracia, McAuliffe no pudo traer sus enseñanzas del
espacio, pero ya había dejado un legado en tierra.
No se conoce si alguno de sus exalumnos en la secundaria
de Concord ha intentado hacer carrera de astronauta, pero sí que varios de
ellos optaron por hacerse maestros.
Tammy Hickey, quien enseña educación física en una
escuela de Florida es una de ellas. Ella recuerda cómo McAuliffe compartía con
los alumnos su entusiasmo y experiencia cuando intentaba convertirse en la
primera maestra en el espacio.
"Como maestra, sé que quiero mostrar a mis alumnos
que les respeto y que me importan. Puedo decir que estoy segura de que emularla
a ella era sería un servicio para estos niños", dijo Hickey en
declaraciones a la agencia AP.
"Intento ser muy consciente", comentó Joanne
Walton, otra exalumna que ahora es maestra de primaria de una escuela en
Fairfax, Virginia.
"Ella sabía que enseñar es mucho más que simplemente
ofrecer información y que es realmente importante conocer a los alumnos",
comentó Walton, quien aseguró que en ocasiones, durante sus clases, se pregunta
"¿qué haría Christa?".
EL ACCIDENTE DEL CHALLENGER: ¿QUÉ OCURRIÓ?
En la mañana del 28 de enero de 1986, Estados Unidos se
preparaba para una gran celebración. Tenía que ser especial, porque había sido
aplazada cinco veces: de las 3:34 p. m. del 22 pasó al 23, y luego al 24. El 25
se pospuso de nuevo por mal clima, y el 26 no se logró por retrasos. Cuando
todo estaba listo para las 9:37 a. m. del 27, un ajuste técnico lo impidió. El
28, detalles de comunicación la frenaron por dos horas, hasta que a las 11:38
a. m. al fin empezó: el transbordador Challenger iniciaba su décimo viaje al
espacio.
Transbordador Espacial Challenger segundos después del despegue.
La emoción en Cabo Cañaveral (lugar del lanzamiento), a
lo largo de Estados Unidos y en rincones del mundo había vuelto luego de que el
interés en la misiones de la Nasa cayera en un bache por años.
El frío de esa mañana no pudo contener sonrisas y abrazos
de los asistentes al lugar del lanzamiento. Entre ellos, los padres de
McAuliffe, un grupo de niños estudiantes que con pancartas la despedían,
curiosos y familiares y amigos de los demás tripulantes.
Sin embargo, esa mañana no hubo celebración. Pasaron 73
segundos entre el despegue del transbordador y el momento en que este se
desintegró en el cielo, ante los espectadores en Cabo Cañaveral y los millones
de televidentes que seguían la transmisión en vivo.
La falla, que en fracciones de segundo despedazó
sonrisas, abrazos e ilusiones, había sido alertada por ingenieros a sus
superiores y al fabricante de los propulsores, Morton Thiokol. El cruce de
reportes existe.
Fueron 73 segundos históricos en los que se
desencadenaron varios eventos. Así lo evidencia, segundo a segundo, el reporte
de 256 páginas de la comisión presidencial sobre el accidente, conocido como el
Reporte de la Comisión Rogers, que entre sus miembros tenía a Neil Armstrong,
el primer hombre en pisar la Luna; Richard Feynman, nobel de Física, y Sally
Ride, la primera mujer estadounidense en el espacio:
“El vuelo empezó a las 11:38, hora local, y terminó 73
segundos después en una quema explosiva de hidrógeno y oxígeno que destruyó el
tanque externo y expuso al orbitador a severas cargas aerodinámicas que causaron
un completo rompimiento estructural.
“Los cohetes propulsores siguieron volando y fueron
destruidos por el oficial de seguridad de la Fuerza Aérea 110 segundos después
del lanzamiento. La temperatura ambiente apenas superaba los 36 °F (2 °C), 15 °F
más baja que cualquier otro lanzamiento previo.
Hielo en la torre de lanzamiento, horas antes del despegue del Challenger.
“El último dato de telemetría que se recibió llegó 73,618
segundos después del lanzamiento.
“A los 0,678 segundos del despegue, fotografías mostraron
humo gris por el costado derecho del cohete propulsor. Las cámaras que habrían
podido detallar el punto exacto no operaban.
Escape de humo gris en el cohete propulsor.
“Ocho nubes de humo más fueron registradas entre 0,836 y
2,500 segundos.
“El último rastro de humo se vio en la unión del cohete y
el tanque, a los 2,733 segundos.
“El color y la composición del humo sugieren que el
empaque se estaba quemando y erosionado por los gases propelentes.
“Una muy pequeña llama se detectó a los 58 segundos de
vuelo. A los 62 segundos, el sistema de control empezó a reaccionar para
contrarrestar las fuerzas causadas por la columna de humo y sus efectos.
Durante los próximos nueve segundos, los sistemas de control del transbordador
espacial trabajaron para corregir anomalías.
“A los 72 segundos, una serie de eventos, que se produjo
muy rápidamente, llevó el vuelo a su fin. Datos de telemetría indican una
amplia variedad de acciones del sistema de vuelo que, apoyadas en la evidencia
visual, muestran cómo el transbordador luchaba inútilmente contra las fuerzas
que lo destruían.
“A los 73,124 segundos, un patrón circunferencial de
vapor blanco se observó desde el lado de la cúpula inferior del tanque externo.
Este fue el comienzo de la falla estructural del tanque de hidrógeno.
“En cuestión de milisegundos se produce una masiva, casi
explosiva, quema del hidrógeno de la parte inferior del tanque averiado y del
oxígeno líquido del tanque intermedio”.
Video tomado de infobae.com
Como consta en los archivos, “el consenso de la Comisión
y las agencias que participaron en la investigación indica que la pérdida del
transbordador espacial Challenger fue causada por una falla en la unión entre
dos segmentos del cohete derecho. La falla específica fue la destrucción de los
empaques o sellos que están destinados a evitar que los gases calientes se
filtren a través de la articulación durante la quema del propelente del cohete.
La evidencia reunida por la Comisión indica que ningún otro elemento del
sistema del transbordador espacial contribuyó a la falla”.
LAS CONSECUENCIAS
Este accidente, el más impactante del Programa del
Transbordador Espacial, perjudicó seriamente la reputación de la NASA como
agencia espacial y la propuesta de la participación de civiles, promulgada por
Ronald Reagan y concretada con la maestra de primaria Christa McAuliffe echó
por tierra todas las estructuras administrativas y de seguridad. La NASA
suspendió temporalmente sus vuelos espaciales hasta 1988.
Después del 28 de enero de 1986, las misiones espaciales
de la Nasa estuvieron paradas por 32 meses. Eso postergó proyectos como el
lanzamiento del telescopio Hubble, que se dio en 1990, y la construcción de la
Estación Espacial Internacional, cuya construcción se inició en 1998.
Por su parte, el Challenger fue reemplazado por el
transbordador espacial Endeavour que voló por primera vez en 1992, seis años
después del accidente.
Una investigación posterior concluyó una serie de errores
cometidos:
-Corrientes de viento eliminaron la escoria del
combustible (aluminio) que sellaba el agujero del tanque derecho y provocaba la
perdida de combustible.
-La aplicación de baja calidad de los sellos SBR
(estireno-butadieno).
-Las temperaturas inusualmente bajas.
-La sobrecompresión repetida de las juntas tóricas durante
el montaje.
-La falta de inspección de Control de Calidad por parte de
Morton Thiokol.
-La falta de sistemas de verificación por parte de la
NASA.
-Subestimación de los ingenieros de Tyco acerca de la
posibilidad de accidente.
-Falta de férrea voluntad de la Junta Revisora de Tyco por
detener el despegue.
-Falta de un sistema de emergencia de aborto de despegue
cuando ocurren descompresiones o anomalías.
-Falta de un plan de emergencia cuando el transbordador
corre peligro al momento del despegue.
Asimismo, los astronautas no disponían de paracaídas o
equipo de eyección, tampoco tenían un entrenamiento específico para un caso
como ese, circunstancias que originaron fuertes críticas a la NASA.
LOS ASTRONAUTAS
La cabina fue la única sección de la nave que logró
sobrevivir a la terrible destrucción de la explosión, pero no pudo soportar el
impacto final contra el océano, desintegrándose junto con sus ocupantes. El
módulo de la cabina cayó desde una altura de 15 240 metros, produciéndose así
el fatal desenlace.
Los 7 tripulantes fallecieron al impactar la cabina de la
nave contra el océano, tras una larga caída de casi tres minutos. Las
circunstancias finales de su muerte se desconocen, la comisión investigadora
del accidente determinó como ¨poco probable¨, el hecho de que alguno de ellos
estuviese consciente al momento del impacto, aunque posteriormente salieron a
la luz pública evidencias de que al menos cuatro de los miembros de la
tripulación pudieron activar sus sistemas auxiliares de suministro de oxígeno,
y que intentaron socorrerse mutuamente.
HOMENAJES PÓSTUMOS
La noche del accidente, estaba previsto que el Presidente
de Estados Unidos Ronald Reagan diera su Discurso del Estado de la Unión.
Inicialmente anunció que el discurso se haría tal y como estaba previsto, pero
más tarde lo pospuso una semana e hizo un discurso nacional sobre el accidente
del Challenger desde el Despacho Oval de la Casa Blanca.
Tres días después, el presidente Reagan y su esposa Nancy
se desplazaron al Centro Espacial Johnson para hablar en la misa conmemorativa
en honor de los astronautas.
Presidente Reagan con su familia en la misa ceremonial de las víctimas del Challenger.
A la misa, asistieron 6000 trabajadores de la NASA y 4000
invitados, así como las familias de los tripulantes. Durante la ceremonia, una
banda de la Fuerza Aérea entonó God Bless America mientras aviones T-38 Talon
de la NASA volaban directamente por encima del lugar, en la formación
tradicional de missing man.
Las familias de la tripulación del Challenger organizaron
el Challenger Center for Space Science Education como memorial permanente a la
tripulación. Esta organización sin ánimo de lucro ha fundado 52 centros de
aprendizaje. En Huntsville (Alabama), una ciudad conocida por su estrecha
relación con la NASA, la escuela secundaria pública más nueva de su sistema
escolar fue llamada Challenger Middle School.
La ciudad de Palmdale, lugar de nacimiento de toda la
flota de transbordadores, y la ciudad vecina de Lancaster (California) renombró
el antiguo 10th Street East desde el Avenue M hasta la Base de la Fuerza Aérea
Edwards, dándole el nombre de Challenger Way en honor del transbordador perdido
y su tripulación. Esta fue la carretera sobre la que habían sido remolcados el
Challenger, el Enterprise y el Columbia en su primer viaje después de ser
completados, desde la Planta 42 de la Fuerza Aérea de los EE.UU. hasta la Base
Edwards, porque en el aeropuerto de Palmdale aún no había instalada la grúa que
pudiera colocar un orbitador en el avión portador de transbordadores
espaciales. Además, la ciudad de Lancaster construyó el Challenger Middle
School y la Challenger Memorial Hall, en la antigua ubicación de los Antelope
Valley Fairgrounds, todos como homenaje al transbordador Challenger y a su
tripulación.
En 2004, el presidente George W. Bush otorgó Medallas de
Honor del Espacio del Congreso póstumas a los catorce astronautas muertos en
los accidentes del Challenger y el Columbia.
Para la profesora McAuliffe hubo también homenajes propios.
En Concord, la ciudad donde vivía y enseñaba, se construyó un planetario que
fue bautizado con su nombre.
Posteriormente, el lugar fue renombrado como
McAuliffe-Shepard Discovery Center para reconocer también a Alan Shepard, el
primer estadounidense en viajar al espacio, quien era oriundo de esa localidad.
McAuliffe-Shepard Discovery Center, en New Hampshire, Estados Unidos.
Asimismo, La misión de McAuliffe de acercar la aventura
espacial a las aulas de clase, tampoco quedó en el aire.
En el año 2007, Barbara Morgan, una maestra que había
sido escogida y entrenada por la NASA como parte del equipo de McAuliffe y del
Challenger, viajó a bordo del transbordador Endeavour y se convirtió en la
primera maestra en el espacio.
Bárbara Morgan, primera profesora en ir al espacio.
CONCLUSIÓN
El accidente del Transbordador Espacial Challenger es un
claro ejemplo de que cuando de viajes espaciales se trata, las medidas de
seguridad jamás son bastantes. Lo que empezó como una deformación en el
material de uno de los empaques del cohete auxiliar derecho, provocada por el
frío intenso al momento del lanzamiento, causó una fisura en dirección al
tanque externo, el cual se desintegró, generando la muerte de las siete
personas a bordo.
No obstante, como en todas las áreas de investigación,
estudio y demás, siempre habrá un peligro latente originado por los errores
humanos, por las condiciones ambientales o, como en este caso, por ambos.
Ahora, Smith, Scobee, McNair, Onizuka, McAuliffe, Jarvis
y Resnik forman parte de la lista de astronautas que han dado su vida en pro de
la exploración espacial y el avance de la ciencia, al lado de Grissom, White y
Chaffee (astronautas fallecidos en el incendio del Apolo 1); Brown, McCool,
Anderson, Chawla, Husband, Clark y Ramon (tripulación fallecida en el accidente
del transbordador Columbia en 2003); y Vladimir Komarov (primer astronauta fallecido en el espacio durante una misión espacial, a bordo de la Soyuz 1).
Para concluir, citamos una frase del presidente Reagan, dicha
en la misa ceremonial a las víctimas del accidente del transbordador
Challenger:
“A veces, cuando intentamos llegar a las estrellas, nos
quedamos cortos. Pero hay que volver a levantarse y seguir adelante a pesar del
dolor”.
Fuentes:
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