31 de marzo de 2017

Sonda Espacial Dawn Descubre Materia Orgánica en Ceres


Una de las grandes preguntas sobre la vida en la Tierra es cómo aparecieron los océanos y los compuestos orgánicos que necesitaba para florecer. En el origen del Sistema Solar, el embrión de nuestro planeta estaba tan cerca del Sol que no se podían formar agua líquida ni algunos compuestos orgánicos. Solo más allá de la llamada línea de nieve, en la parte exterior del cinturón de asteroides, se daban las condiciones necesarias. Los ingredientes básicos para la vida pudieron ser, en origen, alienígenas, pues es probable que gran parte del agua que alberga el planeta y posiblemente compuestos de carbono llegasen a bordo de asteroides o cometas formados más allá de la línea de nieve.


Representación artística de la superficie de Ceres.

Un estudio publicado en febrero pasado refuerza esa teoría. La sonda Dawn de la NASA ha encontrado compuestos orgánicos en la superficie de Ceres, un planeta enano del cinturón de asteroides situado entre Marte y Júpiter. Desde que la nave llegó a este cuerpo de 950 kilómetros de diámetro en marzo de 2015, sus instrumentos han demostrado que contiene agua helada, compuestos hidratados. Hasta podría esconder un océano subterráneo.


Imagen del planeta menor Ceres, tomada por la sonda espacial Dawn.

Para este estudio, la sonda analizó una zona de unos 1.000 kilómetros cuadrados en torno a Emutet, un cráter de unos 50 kilómetros de diámetro. Los espectrómetros de luz visible e infrarroja detectaron la presencia de materia orgánica alifática, compuesta por átomos de carbono e hidrógeno. La resolución de las mediciones no permite determinar de qué elementos se trata, pero los responsables de la misión apuntan a que podría tratarse de asfaltita o kerita, hidrocarburos similares al alquitrán.


Representación artística de la sonda espacial Dawn aproximándose al planeta menor Ceres.

En un estudio publicado en la revista Science, los responsables de la misión señalan que es improbable que esos compuestos llegasen por el impacto de un asteroide, pues habrían desaparecido con las altas temperaturas del choque. Además, su distribución por la superficie no cuadra con un origen externo. Todo esto apunta a que Ceres, un cuerpo que ha sido planeta, asteroide y ahora el planeta enano más cercano a la Tierra, cuya superficie gris se comparaba con el inerte hormigón, resulta tener minerales hidratados, agua helada, carbonatos, sales y materia orgánica, un “entorno de química compleja” favorable para la aparición de vida.


Ejemplo de mineral hidratado, este hallado en una roca de la superficie de Marte por el Rover Curiosity.

Las detecciones de Dawn suponen una confirmación de que asteroides y cometas contienen abundante agua, así como compuestos precursores de la vida.

Michael Küppers, del Centro de Astronomía Espacial de la Agencia Espacial Europea, cerca de Madrid, resalta la importancia de este hallazgo en un artículo que acompaña al estudio. “Dado que Ceres es un planeta enano que aún puede conservar parte del calor interno generado durante su formación, e incluso tenga un océano subterráneo, esto abre la posibilidad de que pudieran haber aparecido formas de vida primitivas”, señala. El planeta enano se suma a Marte y varios satélites de Júpiter y Saturno que también podrían albergar vida, resalta.


El hallazgo tiene implicaciones para la existencia de vida fuera del Sistema Solar”, dice Guillermo Muñoz, del Centro de Astrobiología, cerca de Madrid. Él fue uno de los científicos que demostraron que los cometas contienen moléculas precursoras de proteínas, azúcares, e incluso del ADN. En opinión de Muñoz, los compuestos orgánicos en Ceres pudieron formarse por el impacto de la radiación en el hielo, o incluso en reacciones químicas en agua líquida hace millones de años. Estos procesos "se pueden extrapolar a otros Sistemas Solares", lo que multiplica las posibilidades de que las condiciones necesarias para la vida sean "universales", resalta.


Artículo extraído de elpais.com
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17 de marzo de 2017

Extraño Objeto en el Espacio Intriga a los Astrónomos

Representación artística de la posible forma del objeto CFBDSIR 2149-0403.

Su nombre, CFBDSIR J214947.2-040308.9 (CFBDSIR 2149-0403 para abreviar), parece un jeroglífico, y su mera existencia constituye todo un desafío para los astrónomos que lo estudian desde que fuera descubierto en 2012. ¿Se trata de algún raro tipo de estrella? ¿O quizá de un planeta que el destino ha llevado a vagar completamente solo por la inmensidad del espacio? No lo sabemos. Lo cierto es que a unos 130 años luz de la Tierra, CFBDSIR 2149-0403 parece estar retando a los investigadores, especialmente porque los datos espectroscópicos han revelado la presencia de gas metano y agua.

Ahora, un equipo internacional de astrónomos liderados por Philippe Delorme, de la universidad francresa Grenoble Alpes, ha asumido el reto de revelar la verdadera naturaleza del enigmático objeto, algo que no han conseguido por completo, aunque sí han estrechado bastante el círculo a su alrededor. Por un lado, reafirman la posibilidad de que el objeto sea un joven planeta solitario, aunque también podría tratarse de una enana marrón de muy baja masa y alta metalicidad. Sus conclusiones se exponen en un artículo recién aparecido en arXiv.org.


Ejemplo del aspecto de una Enana Marrón tipo-T.

Fue el propio Delorme quien, en 2012, descubrió a CFBDSIR 2149-0403. Junto a su equipo, pensó que el objeto formaba parte de la asociación estelar AB Doradus, un grupo de unas treinta estrellas que se mueven al unísono a través del espacio. Los investigadores clasificaron el objeto como un candidato único de masa planetaria del tipo T. Sin embargo, debido a la falta de evidencias que demostraran que CFBDSIR 2149-0403 se había formado como un planeta corriente y hubiera sido después "eyectado" al espacio, la comunidad científica no quiso excluir la posibilidad de que se tratara de una enana marrón de muy baja masa.

Para averiguar más detalles, los investigadores han estudiado ahora el objeto en varias longitudes de onda diferentes, utilizando para ello varios espectrógrafos, cámaras de rayos X e infrarrojos y el telescopio espacial Spitzer. "Los datos en rayos X -explica Delorme- han permitido llevar a cabo un detallado estudio de las propiedades físicas de este objeto".

Además de determinar su paralaje, el seguimiento del objeto también permitió a los investigadores derivar su posición cinemática en seis ejes diferentes. Y los resultados indican que, después de todo, CFBDSIR 2149-0403 no forma parte de la asociación estelar AB Doradus, como se creía al principio, lo cual elimina cualquier restricción sobre su posible edad. De hecho, la edad estimada de AB Doradus está entre los 50 y los 119 millones de años, pero el objeto podría ser mucho más antiguo.


Localización del sistema estelar AB Doradus, ubicado a 48 años luz de distancia en la constelación austral de Dorado.

La conclusión más importante de este nuevo estudio es que CFBDSIR 2149-0403 es, con toda probabilidad, una masa planetaria aislada de menos de 500 millones de años de antigüedad, con una masa entre dos y trece veces la de Júpiter; o bien una enana marrón más vieja, de entre 2.000 y 3.000 millones de años, y con una masa que oscila entre dos y cuarenta veces la de Júpiter. Los investigadores reconocen que nuestros conocimientos no son aún suficientes como para concluir cuál de las dos hipótesis es la correcta.

Muchas preguntas, pues, siguen sin respuesta. No sabemos cómo se formó CFBDSIR 2149-0403, ni cómo, en caso de ser un planeta, pudo terminar en su posición actual, tan lejos de cualquier estrella. Tampoco sabemos qué significan las lecturas de agua y metano captadas en su atmósfera, ni si se trata de uno entre miles de objetos similares o, por el contrario, estamos ante algo único. Puede que en el futuro estas incógnitas queden, por fin, despejadas.


"CFBDSIR 2149-0403 - concluye Delorme-es un objeto subestelar atípico, que podría ser un planeta solitario o un raro tipo de enana marrón. O bien una combinación de las dos cosas". Con eso, por ahora, habrá que conformarse.



Artículo extraído de abc.es
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4 de marzo de 2017

Llamaradas Solares Reducen Probabilidad de Hallar Vida en Próxima b


Las expectativas de habitabilidad en el cercano gemelo terrestre, Próxima b, parecen ser escasas debido a frecuentes llamaradas gigantes de su estrella, capaces de extinguir la posible vida.

En agosto de 2016, científicos revelaron la existencia de un mundo alrededor de Próxima Centauri, una estrella enana roja más de 600 veces más tenue que el sol, que se encuentra a sólo 4,2 años luz de nuestro Sistema Solar.

Este exoplaneta, conocido como Próxima b, podría ser rocoso y del tamaño de la Tierra. También se encuentra en la "zona habitable" de su estrella, el área alrededor lo suficientemente caliente como para que el planeta pueda albergar agua líquida en su superficie.


Representación artística del planeta Próxima b.

Sin embargo, la vida necesita más que calor y agua para sobrevivir. Investigaciones anteriores han encontrado que muchos exoplanetas están sujetos a superllamaradas de sus estrellas, que pueden ser hasta miles de veces más poderosas que las vistas saliendo de nuestro sol. Estas llamaradas masivas podían extinguir la vida de los planetas, especialmente los cercanos a sus estrellas, como Próxima b, que orbita Próxima Centauri a una décima parte de la distancia entre Mercurio y el sol.


La autora del estudio, Dimitra Atri, del Instituto de Ciencias Espaciales de Blue Marble de Seattle, realizó simulaciones por ordenador que modelaban las interacciones de las atmósferas planetarias con protones liberados durante las llamaradas. Estas simulaciones incluyeron una amplia gama de resistencias a las llamaradas, espesores atmosféricos planetarios, distancias orbitales de las estrellas y fuerzas del campo magnético planetario, todos los factores que pueden influir en la cantidad de radiación que la superficie de un exoplaneta podría recibir.


Representación de una llamarada solar.

Atri encontró que si Próxima b tenía una atmósfera y un campo magnético como el de la Tierra, las superllamaradas no tendrían ningún efecto significativo en la biosfera del planeta. Sin embargo, si la atmósfera de Próxima b es ligeramente más delgada, o su campo magnético es mucho más débil, el nuevo planeta probablemente recibirá dosis de "nivel de extinción" de radiación por estos eventos.

 "Yo diría que es demasiado prematuro llamar Próxima b habitable", dijo Atri. "Hay muchos factores que decidirían si tal planeta puede sostener una biosfera, y más datos ayudarán a aclarar la situación".

El trabajo anterior encontró que las estrellas enanas rojas tales como Próxima Centauri, también conocidas como estrellas M, constituyen hasta el 70 por ciento de las estrellas en el cosmos, haciéndolas sitios potencialmente claves para buscar vida. Debido a que las estrellas M son oscuras, las zonas habitables de las enanas rojas se encuentran cerca de estas frías estrellas, a menudo más cercanas que la distancia de Mercurio al sol. Estos hallazgos sugieren que las superllamaradas podrían representar una amenaza importante para la vida en mundos en zonas habitables de enanas rojas.


Fotografía de la estrella Próxima Centauri tomada por el Telescopio Espacial Hubble.

"Aquí está lo que pienso de esto: el clima en Fukushima [Japón] ahora está en unos 13 grados Celsius, un poco de frío, pero una buena temperatura para pasar el tiempo allí", dijo Atri, refiriéndose al sitio del desastre de la planta nuclear en 2011. "Sin embargo, la dosis de radiación es demasiado alta, lo que haría que vivir allí sea demasiado arriesgado. Lo mismo ocurre con los planetas habitables alrededor de las estrellas M. Pueden tener una temperatura óptima, pero las llamaradas solares producirían dosis de radiación muy altas a intervalos regulares.

"Un aspecto importante de este trabajo es resaltar la importancia crítica de tener un campo magnético planetario significativo y un buen blindaje atmosférico", dijo Atri. "Con estos dos factores, incluso las bengalas estelares más extremas no tendrán mucho impacto en una biosfera primitiva".


VIDEO: Fuertes llamaradas estelares podrían impedir existencia de vida en Próxima b.



Atri hizo notar que la investigación anterior ha encontrado que algunos microbios en la Tierra pueden soportar dosis muy altas de radiación, y que la vida en otros mundos también podría ser resistente a ella. "Estoy trabajando con algunos experimentos para reproducir dosis tan altas de radiación en un laboratorio y ver cómo responden los diferentes microbios", dijo Atri. "Creo que esto nos dirá mucho sobre la vida potencial en planetas como Próxima b".

La nueva investigación fue publicada el 30 de septiembre del año anterior, en la revista Monthly Notices de la Royal Astronomical Society.



Artículo extraído de space.com
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